con BLOODSOUND
obra de ZINZI MINOTT
Read this essay in the original English in Issue 011: SLEEP.
En este breve ensayo, la psicoanalista Aneta Stojnić responde a las preguntas: «¿Por qué psicoanálisis? ¿Por qué ahora?». Sugiere que el psicoanálisis en el día a día del «Norte Global» hiperdesarrollado y digitalizado no tiene, como cabría esperar, la función de ayudar a los individuos a «despertar» de una realidad global precaria. Más bien, Stojnić argumenta que el espacio que abre el psicoanálisis puede ayudar a los individuos a hacer una pausa lo suficientemente larga, en medio de la tempestad de satisfacciones simuladas, para al fin dormirse y, desde ahí, si acaso, soñar.
«¿Tengo que contarte mis sueños? ¿Todavía se hace eso (en análisis)?», pregunta una nueva analizante con cautela y curiosidad, como si los sueños y la interpretación de los sueños fueran una especie de reliquia del pasado. Con el tiempo, se sorprende de los lugares a los que llega de su mente hablando de sus sueños conmigo, así como de los mensajes del inconsciente que viajan a través de ellos. ¿En qué nos hemos convertido si ya no creemos poder sorprendernos por los mundos que llevamos dentro?
«Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar a ser.»1
En respuesta al tema de este número, se me invitó a abordar lo que podríamos denominar el «sueño» colectivo en el que nos encontramos, ante el cambio climático, la profundización de la digitalización y el aumento de la inestabilidad política y social en todo el mundo. ¿Cómo podría el psicoanálisis, en particular, ser útil para despertar a los que vivimos en el Norte Global altamente desarrollado a la comprensión de la realidad en la que nos encontramos? Quiero cuestionar esta aproximación y especular sobre las maneras en las que el psicoanálisis puede ayudarnos a conciliar por fin el sueño y, lo que es más importante, cómo puede ayudarnos a cultivar nuestra capacidad de soñar, simbolizar y sublimar ante una realidad distópica cada vez más presente.
La apatía social, el adormecimiento, la indiferencia, la inercia, el olvido elegido, la amnesia selectiva… puede parecer que corresponden a la metáfora del sueño colectivo. Sin embargo, creo que la situación es mucho más grave: no estamos experimentando un sueño colectivo; vivimos en una sociedad insomne. La frenética realidad del necrocapitalismo tardío no nos deja tiempo para dormir ni para pensar.
«Cuando se padece de insomnio nada parece real. Las cosas se distancian. Todo parece la copia de una copia de otra copia.»2
En el presente distópico que nos apresuramos a llamar «pospandémico», muchas personas están abrumadas, estresadas y confusas. Se tiene, al mismo tiempo, tanto la sensación de que nunca ha habido tanto en juego como la sensación de que nada importa realmente. En los llamados «primeros mundos» la pandemia ha roto la ilusión de seguridad y control. Inquietos y ansiosos, nos vemos arrastrados a calmarnos mediante el consumo de placeres superficiales, entretenimientos de algodón de azúcar que se evaporan antes de que puedas comerlos, pero que de alguna manera dejan un sabor pegajoso y nauseabundo en la boca. Ante la impotencia, sumidos entre el fatalismo y el nihilismo, los seres humanos se han resignado a la previsibilidad supuestamente tranquilizante de los algoritmos. Las noticias son lo que hay en el “feed” y comprar es hacer clic en significantes parpadeantes diseñados para ocultar la materialidad del dinero. Incluso hemos normalizado (a través de las aplicaciones de citas) el hecho de que la elección de un amante no diferencia mucho de comprar en Amazon: establece los parámetros y los algoritmos te darán de comer.
En este mundo profundamente digitalizado, la proliferación del control y la accesibilidad de la gratificación instantánea están destruyendo nuestra capacidad para la fantasía, el deseo, la simbolización y la sublimación. Se trata de un fenómeno exclusivamente contemporáneo. Tomemos el ejemplo obvio del cambio de estatus de la pornografía. Aunque la historia de la pornografía es tan antigua como la humanidad, hoy nos encontramos por primera vez con un fenómeno predominante de personas que son incapaces de masturbarse sin ver porno. En el pasado, las representaciones pornográficas (visuales y/o literarias) solían ir acompañadas de rituales para obtenerlas en secreto, rituales que jugaban con la excitación y servían para despertar la imaginación erótica, para encender la fantasía y el deseo. Hoy en día, la pornografía parece servir para lo contrario: inhibe la fantasía y detiene la imaginación en la planicie de la imagen de la pantalla que se ha convertido en el destino final. Este es sólo un ejemplo ilustrativo de un fenómeno que penetra en todas las esferas de la psique humana contemporánea. Como dice J. Russell:
[…] la realidad es que la era biopolítica hace generaciones que ha sido sustituida por una era «psicopolítica», en la que el control del tiempo y la primacía del marketing ha reemplazado todos los esfuerzos por regular el trabajo y el movimiento físico. Antes teníamos que salir a buscar sitios para comprar cosas especiales y era estupendo. Hoy basta con sentarse en casa y «encargarlas». Más allá del tema de la gestión disciplinaria de Foucault, William Burroughs y más tarde Gilles Deleuze describirían las sociedades de control. Una «sociedad gobernada por una lógica divisiva y abstracta» es, en efecto, un mundo en el que «las necesidades emocionales se sacrifican a las necesidades materiales». Así, en la era del dominio de la imagen, la mente dirigida, concebida como un dispositivo de antirreconocimiento, puede ser controlada por completo y privada de su deseo.
Una sociedad de control, como en la que vivimos actualmente, se derrumba en un estado de desregulación total. Es inevitable. Todo está controlado y nadie tiene el control.
Es la era de las soluciones rápidas, de las falsas promesas de gratificación instantánea, de un sinfín de titulares sin contenido y de la sobreestimulación constante. En este caos, el psicoanálisis nos pide que hagamos una pausa para mirar en nuestro interior y dejarnos sorprender por las incógnitas que nos mueven. Para un ser humano contemporáneo, es casi un movimiento contraintuitivo. En psicoanálisis, nos interesa la mente inconsciente, y el proceso analítico facilita un espacio en el que el Inconsciente puede explorarse libremente. En ese espacio, se desarrolla un tipo único de intimidad en la relación entre el analista y el analizado –la llamada transferencia/contratransferencia– que, como nos enseña Freud, es un efecto inevitable del marco neutral. El método del psicoanálisis parece sencillo: decir lo que nos venga a la mente aquí y ahora mientras hablamos, tan libre y abiertamente como sea posible. Pero es mucho más difícil de lo que parece y requiere mucho tiempo y paciencia. Un analizante me dijo una vez: «Si [el] sueño es el camino verdadero hacia el Inconsciente, es el trabajo a través del camino el soldado de infantería». Trabajando a través de las resistencias nos movemos como soldados de infantería, lentamente y con mucho esfuerzo, por los territorios inexplorados del Inconsciente.
El psicoanálisis nos pide paciencia, juego, dedicación, tolerancia a la frustración y una apertura radical a lo que surja de los bastidores de nuestra mente. No hay fórmulas ni soluciones estereotipadas. No sabemos cuánto tardaremos ni adónde nos llevará. No hay algoritmos: el Inconsciente es atemporal, no tiene cronología ni lógica.
Por eso, cuando se practica con rigor, el psicoanálisis puede convertirse en un espacio de libertad última, libertad para tomarse tiempo en el mundo de las prisas constantes, libertad para dormirse y soñar en la sociedad de los insomnes, libertad para contar tu sueño a otro que se sumergirá en él contigo sin miedo y sin juicios. Para que el sueño se complete es necesario contarlo.
1 Dicho por Ofelia en Hamlet de William Shakespeare.
2 Chuck Palahniuk, El club de la lucha.
3 Con neutralidad me refiero a que la consulta analítica donde se hace la sesión y el propio analista no son experimentados de la misma manera por todos, ya que, si bien el analista es una persona real en una sala real, también se crea conjuntamente en la realidad psíquica del analizante. De este modo, la neutralidad del encuadre abre el espacio del juego y la creatividad.
Freud, Sigmund. «Observaciones sobre el amor y la transferencia». Obras Completas, vol. 18. Traducción de José Luis Etcheverry. Amorrortu Editores, 1976.
Russell, Jared. «Response to Giuseppe Civitarese IPTAR 5.8.21.» The Institute for Psychoanalytic Training and Research, 5 Ago. 2021, Nueva York.
BLOODSOUND
; confronts the rupture, the glitch, and the disturbances which seek to obfuscate truth.
; foregrounds the struggle from which sound came, and honours the hands that produced it.
; is an homage, a protest, a feeling, and a bleeding.
An attendance to the enslaved [now ancestral] bodies, descendant bodies, and sonic bodies that our collective survivals and resistances rest upon.
Minott presents the Soundsystem as a fugitive entity; a living and active agent grounded in its complex history of insurgent and resistant sonic dance practises. Forged by communal perseverance, economic endurance, and the advanced phonographic technologies of Jamaica, Minott reflects on the underground movements of Caribbean sound cultures. Presenting possibility through the encounter of the vibration, she seeks to refuse the dissonances which separate the sonic from liberatory and reparative motions. Such multiplicities are encapsulated through the loud, haptic, visceral, explosive, and auditory phenomena of the Soundsystem.
– Transmission Gallery
BLOODSOUND was a solo exhibition held at Transmission Gallery, Glasgow, UK, February–May 2022. As well as the sound sculpture BLOODSOUND, it featured works of prints, moving image, sound, and sculpture expanding from Minott’s durational film work(s) FI DEM—released annually on the 22nd June to commemorate the Windrush Generation.
ANETA STOJNIĆ escritora
Aneta Stojnić, PhD, es una psicoanalista, teórica y artista nacida en Belgrado (Yugoslavia) y residente en Nueva York. Además del psicoanálisis, las áreas de investigación de Aneta incluyen prácticas artísticas y teóricas en las intersecciones del arte, la cultura y la política. Ha publicado dos libros y dos volúmenes coeditados, así como docenas de artículos revisados por expertos sobre arte contemporáneo, medios de comunicación y cultura. Es una de las editoras de la revista ROOM: A Sketchbook for Analytic Action y copresentadora del podcast «Room». Aneta es autora de numerosos proyectos artísticos y curatoriales en colaboración con instituciones y organizaciones de renombre de toda Europa. Ha impartido clases de performance, arte y teoría de los medios de comunicación en universidades y academias de arte de Viena, Belgrado y Gante. Actualmente es codirectora del Programa de Niños y Adolescentes del Institute for Psychoanalytic Training and Research, donde también es candidata avanzada del Programa de Psicoanálisis de Adultos. Presenta regularmente sus trabajos e investigaciones en conferencias y festivales de todo el mundo.
ARIADNA GARCÍA LLORENTE traductora
Ariadna García Llorente es una investigadora y traductora española residente en Londres. Se graduó en Literatura Comparada, Filosofía y Edición; actualmente está cursando un máster en Estudios Psicoanalíticos en Birkbeck. Ha traducido del inglés al español Doing Psychoanalysis in Tehran, de Gohar Homayounpour, que se publicará en 2022.
ZINZI MINOTT artista
El trabajo de Zinzi Minott se centra en la relación entre la danza, los cuerpos y la política. Como bailarina, trata de complicar los límites de la danza y el lugar que ocupan los cuerpos de las mujeres negras en este arte. Su trabajo explora cómo se percibe la danza a través de los prismas de la raza, la cultura queer, el género y la clase.
Aunque su práctica se basa en la danza, Zinzi está interesada en el espacio entre la danza y otras formas de arte, y los resultados van desde la performance y el arte en vivo hasta el sonido, el cine y el vídeo, las danzas y el trabajo centrado en objetos.
Fotografía de Rohan Aiyinde. Imagen de vídeo de Matthew Arthur Williams.
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